viernes, 14 de agosto de 2020

Tras la tormenta, la calma

 LA TORMENTA

*Poema compuesto el 11 de Agosto de 2020, durante una tarde de tormenta de verano, en Torrijos.


Ser el fin del mundo casi aparenta,
cuando en la tarde rompe a llover;
lo mismo hoy que en el día de ayer,
pero ahora es una recia tormenta.

Un once de agosto de cielo oscuro,
cual otoñal lluvia en pleno verano, 
había agua de caer tarde o temprano,
aunque ahora lo hace de un modo duro.

Súbito relámpago entre nubes flamea,
apocalíptico, de este a oeste,
gran temblor en la bóveda celeste, 
mas quizá es sólo un ángel que pee y mea.

¡Tormenta, inclemente e impía tormenta!.
Tras el rayo suena el trueno impetuoso,
irruptor en el cielo tenebroso,
de aquél, réplica sonora y lenta.

Alguien debió cantar realmente mal,
si no, no se explica la que ahora cae,
desentonar malos augurios trae,
he aquí, pues, tal tromba y vendaval.

Una hora de relámpagos y truenos,
el aguacero en el tiempo se alarga;
pase pronto espero esta hora amarga
y que vengan momentos más buenos.

Buena sacudida fuerte y violenta,
la que la tierra ahora experimenta,
estrepitosa siempre se presenta,
sobre la faz terrestre la tormenta.
                                                                                                          


LA CALMA

*Poema compuesto el 12 de Agosto de 2020, día de sol benigno y muy apacible, en contraste con el día anterior.


Lo mejor que puedes darle al alma,
ahora que ha pasado la tormenta,
pues el sol los pesares ahuyenta:
tras la tempestad viene la calma.

Se desvanecieron las nubes de ayer,
volvió a clarear, el cielo se abrió,
quedó en el recuerdo cuanto llovió,
y fue pacífico el anochecer.

Un día espléndido amaneció hoy,
cálido sol en la clara mañana,
tras un paseo, que es cosa sana,
me pongo a nadar y mil brazadas doy.

Qué bien sienta tras la lluvia la calma,
olor a tierra fresca y aire tibio,
por doquier se respira gran alivio;
mucho mejor que un crucero a la Palma.

Pían y cantan alegres las aves,
brilla la naturaleza y resplandece;
del mar el sosiego, cuando atardece,
no se quiebra ni al surcarlo las naves.

La quietud circundante extasía,
la paz impera a los cuatro costados,
serenidad hay por todos lados,
tanto de noche como de día.

Bailemos pegados al son de Dalma,
al atardecer, aquella canción,
y rehagamos nuestra relación,
ahora que de nuevo reina la calma.

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